La investigación es un trabajo esencial para mejorar el cultivo del garbanzo y avanzar en todos los aspectos relacionados con la agronomía, como es la siembra, el cuidado o la recolección. En este campo técnico y especializado tiene cada mayor protagonismo la mujer. Inmaculada Izquierdo es la persona que lidera todo el trabajo de investigación dentro de la empresa Campo de Tejada Sociedad Cooperativa Andaluza, una de las empresas que comercializan garbanzos con el certificado de calidad de la Indicación Geográfica Protegida ‘Garbanzo de Escacena’.
Su aportación en este ámbito es clave, siendo un referente dentro del sector del garbanzo, como demuestra su participación en jornadas, encuentros y congresos especializados. Una de las líneas de investigación más destacadas que desarrolla es la obtención de nuevas variedades del garbanzo blanco lechoso que es el tipo de garbanzo que se ha cultivado tradicionalmente en la zona amparada por la IGP “Garbanzo de Escacena”.
Sobre esta variedad del garbanzo blanco lechoso se apoya la alta eputación de calidad que aporta el garbanzo que se cultiva en el territorio de la IGP Garbanzo de Escacena. No obstante, el garbanzo siempre es un cultivo muy sensible a las enfermedades más comunes que le afectan. Por ello una parte destacada de su trabajo está centrado en desarrollar que permitan btener nuevas variedades resistentes a las enfermedades y que, además, tengan la misma calidad gastronómica del garbanzo lechoso tradicional.
¿Cómo llegaste a esta función como investigadora del cultivo del garbanzo?
Acababa de terminar la carrera y estaba preparándome para opositar como casi todos mis compañeros de promoción. Entonces la cooperativa Campo de Tejada empezaba un proyecto de investigación para obtener variedades de garbanzos resistente al hongo fusarium, que era el principal problema del cultivo. Después de la entrevista de trabajo y de un período de prácticas en la empresa, estuve formándome en Córdoba durante 4 años, un periodo en el que estuve adquiriendo los conocimientos para el desarrollo de este proyecto de investigació. Y a partir de ahí estuve alternando estancias en Córdoba donde realizamos los cruzamientos y los ensayos de laboratorio, con mi presencia en Escacena del Campo donde se realizan la mayoría de los ensayos de campo.
¿Qué tareas desarrollas dentro de tu trabajo?
Una de las tareas principales es la búsqueda de variedades de garbanzo con resistencia a las enfermedades más comunes del cultivo y con mejores valores agronómicos de las ya existentes en el mercado. Para este trabajo realizamos cruzamientos entre líneas que tengan las características que buscamos y hacemos selección de las líneas resistentes, en campo y en cámaras de cultivo en presencia de los diferentes patógenos.
Tras varios años de selección de las mejores líneas, las comparamos en ensayos de campo con las variedades comerciales, buscando mejoras agronómicas como mayor producción, calidad, diferentes ciclos para adaptarnos a las distintas condiciones climáticas… A nivel de agricultor, realizo visitas a campo haciendo el seguimiento del cultivo, asesorando sobre tratamientos de enfermedades y abonados.
¿Por qué es tan importante la labor de investigación y desarrollo dentro del cultivo del garbanzo?
El garbanzo es un cultivo muy tradicional en nuestra zona. Uno de los principales problemas con los que se encontraba el agricultor era que la variedad tradicional que cultivaban es muy susceptible a las enfermedades. Tanto es así que hubo un tiempo en el que el cultivo casi desapareció, quedando tan solo 40 hectáreas de siembra.
Gracias a la investigación, aparecieron variedades como Ituci que ofrecen resistencia y un plus de producción sobre las variedades tradicionales, impulsando el desarrollo del cultivo en la zona. Además, se suma el impulso a nivel comercial que ha supuesto la consecución de una figura de calidad como es la Indicación Geográfica Protegida ‘Garbanzo de Escacena’.
El garbanzo al ser una leguminosa es un cultivo fijador de nitrógeno con lo que favorece el desarrollo del cultivo posterior, disminuyendo la necesidad de abonado. En este sentido ofrece una alternativa más de rotación al agricultor y mayor beneficio a nivel medioambiental.
¿Qué retos tiene por delante los trabajos de investigación vinculados al cultivo del garbanzo?
En el cultivo del garbanzo queda mucho por hacer. Cuando empezamos a trabajar en el proyecto había muy pocas variedades de garbanzos, y las que había eran las mismas que se sembraban hace años. Muchas de ellas, debido a la falta de semilla certificada, ya no eran variedades homogéneas. Con nuestro trabajo, junto con el IFAPA de Córdoba, la Universidad y Agrovegetal, hemos conseguido aunar conocimientos y material vegetal con las necesidades reales del cultivo a nivel de agricultor. Este trabajo nos ha permitido conseguir variedades de garbanzos más resistentes, más productivas, homogéneas y de gran calidad organoléptica. El objetivo aquí en siempre de conseguir un mayor beneficio para el agricultor y poder ofrecer al consumidor un producto de cercanía y de máxima calidad.
¿Qué características destacarías del garbanzo que se cultiva en el territorio de la IGP ‘Garbanzo de Escacena’?
La principal característica del garbanzo de esta zona es su calidad. Los tipos de suelos arcillosos junto con el microclima que aporta su cercanía al mar, hace que el garbanzo que se cultiva en este territorio tenga una calidad excepcional. Su sabor, su piel fina adherida al grano, su aspecto y su tamaño hacen de él un garbanzo diferente. Y quien lo prueba y conoce no duda en repetir.
El éxito de la calidad del garbanzo cultivado en la zona geográfica amparada por la IGP ‘Garbanzo de Escacena’, no viene sólo motivado por el origen del producto. También el resultado de unos estrictos controles de calidad que se realizan durante todo el proceso del cultivo y producción, y que puede llevar al rechazo de un porcentaje de la producción total por no cumplir con los requisitos de calidad exigidos.
¿Cómo es el papel de la mujer dentro de este sector del cultivo y comercialización del garbanzo?
El campo en Andalucía, en general, es un sector predominantemente masculino. Hay mujeres, pero su papel es muy poco visible o poco representativo, y aunque esta tendencia viene cambiando, si está siendo un proceso relativamente lento. En particular, en el tiempo que llevo trabajando en la cooperativa Campo de Tejada siempre se ha apostado por la presencia de la mujer, tanto en Consejos Rectores como en posiciones importantes dentro de la gestión, o incluso conmigo misma como técnico de campo. Pero creo que aún nos queda mucho camino por andar.
Sin embargo, en el ámbito de la investigación dentro de la colaboración que tenemos con la Universidad de Córdoba y el IFAPA, la mayoría de las personas con las que trabajamos son mujeres agrónomas o biólogas y destinan gran parte de su tiempo, además de dirigir los proyectos, a trabajos de campo, realizando ensayos, sembrando y haciendo seguimientos de los cultivos.
¿Qué puede aportar la mujer a esta actividad?
Yo diría que no se trata de aportar algo más o algo nuevo, sino simplemente aportar una mayor visibilidad. Que no se haga raro ver a una mujer calzando botas de campo, gestionando una explotación, al frente de una cooperativa o llevando maquinaria agrícola. Que las que ya estamos en este sector sirvamos de ejemplo para las que quieran dar el paso.
La investigación es un trabajo esencial para mejorar el cultivo del garbanzo y avanzar en todos los aspectos relacionados con la agronomía, como es la siembra, el cuidado o la recolección. En este campo técnico y especializado tiene cada mayor protagonismo la mujer. Inmaculada Izquierdo es la persona que lidera todo el trabajo de investigación dentro de la empresa Campo de Tejada Sociedad Cooperativa Andaluza, una de las empresas que comercializan garbanzos con el certificado de calidad de la Indicación Geográfica Protegida ‘Garbanzo de Escacena’.
Su aportación en este ámbito es clave, siendo un referente dentro del sector del garbanzo, como demuestra su participación en jornadas, encuentros y congresos especializados. Una de las líneas de investigación más destacadas que desarrolla es la obtención de nuevas variedades del garbanzo blanco lechoso que es el tipo de garbanzo que se ha cultivado tradicionalmente en la zona amparada por la IGP “Garbanzo de Escacena”.
Sobre esta variedad del garbanzo blanco lechoso se apoya la alta eputación de calidad que aporta el garbanzo que se cultiva en el territorio de la IGP Garbanzo de Escacena. No obstante, el garbanzo siempre es un cultivo muy sensible a las enfermedades más comunes que le afectan. Por ello una parte destacada de su trabajo está centrado en desarrollar que permitan btener nuevas variedades resistentes a las enfermedades y que, además, tengan la misma calidad gastronómica del garbanzo lechoso tradicional.
¿Cómo llegaste a esta función como investigadora del cultivo del garbanzo?
Acababa de terminar la carrera y estaba preparándome para opositar como casi todos mis compañeros de promoción. Entonces la cooperativa Campo de Tejada empezaba un proyecto de investigación para obtener variedades de garbanzos resistente al hongo fusarium, que era el principal problema del cultivo. Después de la entrevista de trabajo y de un período de prácticas en la empresa, estuve formándome en Córdoba durante 4 años, un periodo en el que estuve adquiriendo los conocimientos para el desarrollo de este proyecto de investigació. Y a partir de ahí estuve alternando estancias en Córdoba donde realizamos los cruzamientos y los ensayos de laboratorio, con mi presencia en Escacena del Campo donde se realizan la mayoría de los ensayos de campo.
¿Qué tareas desarrollas dentro de tu trabajo?
Una de las tareas principales es la búsqueda de variedades de garbanzo con resistencia a las enfermedades más comunes del cultivo y con mejores valores agronómicos de las ya existentes en el mercado. Para este trabajo realizamos cruzamientos entre líneas que tengan las características que buscamos y hacemos selección de las líneas resistentes, en campo y en cámaras de cultivo en presencia de los diferentes patógenos.
Tras varios años de selección de las mejores líneas, las comparamos en ensayos de campo con las variedades comerciales, buscando mejoras agronómicas como mayor producción, calidad, diferentes ciclos para adaptarnos a las distintas condiciones climáticas… A nivel de agricultor, realizo visitas a campo haciendo el seguimiento del cultivo, asesorando sobre tratamientos de enfermedades y abonados.
¿Por qué es tan importante la labor de investigación y desarrollo dentro del cultivo del garbanzo?
El garbanzo es un cultivo muy tradicional en nuestra zona. Uno de los principales problemas con los que se encontraba el agricultor era que la variedad tradicional que cultivaban es muy susceptible a las enfermedades. Tanto es así que hubo un tiempo en el que el cultivo casi desapareció, quedando tan solo 40 hectáreas de siembra.
Gracias a la investigación, aparecieron variedades como Ituci que ofrecen resistencia y un plus de producción sobre las variedades tradicionales, impulsando el desarrollo del cultivo en la zona. Además, se suma el impulso a nivel comercial que ha supuesto la consecución de una figura de calidad como es la Indicación Geográfica Protegida ‘Garbanzo de Escacena’.
El garbanzo al ser una leguminosa es un cultivo fijador de nitrógeno con lo que favorece el desarrollo del cultivo posterior, disminuyendo la necesidad de abonado. En este sentido ofrece una alternativa más de rotación al agricultor y mayor beneficio a nivel medioambiental.
¿Qué retos tiene por delante los trabajos de investigación vinculados al cultivo del garbanzo?
En el cultivo del garbanzo queda mucho por hacer. Cuando empezamos a trabajar en el proyecto había muy pocas variedades de garbanzos, y las que había eran las mismas que se sembraban hace años. Muchas de ellas, debido a la falta de semilla certificada, ya no eran variedades homogéneas. Con nuestro trabajo, junto con el IFAPA de Córdoba, la Universidad y Agrovegetal, hemos conseguido aunar conocimientos y material vegetal con las necesidades reales del cultivo a nivel de agricultor. Este trabajo nos ha permitido conseguir variedades de garbanzos más resistentes, más productivas, homogéneas y de gran calidad organoléptica. El objetivo aquí en siempre de conseguir un mayor beneficio para el agricultor y poder ofrecer al consumidor un producto de cercanía y de máxima calidad.
¿Qué características destacarías del garbanzo que se cultiva en el territorio de la IGP ‘Garbanzo de Escacena’?
La principal característica del garbanzo de esta zona es su calidad. Los tipos de suelos arcillosos junto con el microclima que aporta su cercanía al mar, hace que el garbanzo que se cultiva en este territorio tenga una calidad excepcional. Su sabor, su piel fina adherida al grano, su aspecto y su tamaño hacen de él un garbanzo diferente. Y quien lo prueba y conoce no duda en repetir.
El éxito de la calidad del garbanzo cultivado en la zona geográfica amparada por la IGP ‘Garbanzo de Escacena’, no viene sólo motivado por el origen del producto. También el resultado de unos estrictos controles de calidad que se realizan durante todo el proceso del cultivo y producción, y que puede llevar al rechazo de un porcentaje de la producción total por no cumplir con los requisitos de calidad exigidos.
¿Cómo es el papel de la mujer dentro de este sector del cultivo y comercialización del garbanzo?
El campo en Andalucía, en general, es un sector predominantemente masculino. Hay mujeres, pero su papel es muy poco visible o poco representativo, y aunque esta tendencia viene cambiando, si está siendo un proceso relativamente lento. En particular, en el tiempo que llevo trabajando en la cooperativa Campo de Tejada siempre se ha apostado por la presencia de la mujer, tanto en Consejos Rectores como en posiciones importantes dentro de la gestión, o incluso conmigo misma como técnico de campo. Pero creo que aún nos queda mucho camino por andar.
Sin embargo, en el ámbito de la investigación dentro de la colaboración que tenemos con la Universidad de Córdoba y el IFAPA, la mayoría de las personas con las que trabajamos son mujeres agrónomas o biólogas y destinan gran parte de su tiempo, además de dirigir los proyectos, a trabajos de campo, realizando ensayos, sembrando y haciendo seguimientos de los cultivos.
¿Qué puede aportar la mujer a esta actividad?
Yo diría que no se trata de aportar algo más o algo nuevo, sino simplemente aportar una mayor visibilidad. Que no se haga raro ver a una mujer calzando botas de campo, gestionando una explotación, al frente de una cooperativa o llevando maquinaria agrícola. Que las que ya estamos en este sector sirvamos de ejemplo para las que quieran dar el paso.
La investigación es un trabajo esencial para mejorar el cultivo del garbanzo y avanzar en todos los aspectos relacionados con la agronomía, como es la siembra, el cuidado o la recolección. En este campo técnico y especializado tiene cada mayor protagonismo la mujer. Inmaculada Izquierdo es la persona que lidera todo el trabajo de investigación dentro de la empresa Campo de Tejada Sociedad Cooperativa Andaluza, una de las empresas que comercializan garbanzos con el certificado de calidad de la Indicación Geográfica Protegida ‘Garbanzo de Escacena’.
Su aportación en este ámbito es clave, siendo un referente dentro del sector del garbanzo, como demuestra su participación en jornadas, encuentros y congresos especializados. Una de las líneas de investigación más destacadas que desarrolla es la obtención de nuevas variedades del garbanzo blanco lechoso que es el tipo de garbanzo que se ha cultivado tradicionalmente en la zona amparada por la IGP “Garbanzo de Escacena”.
Sobre esta variedad del garbanzo blanco lechoso se apoya la alta eputación de calidad que aporta el garbanzo que se cultiva en el territorio de la IGP Garbanzo de Escacena. No obstante, el garbanzo siempre es un cultivo muy sensible a las enfermedades más comunes que le afectan. Por ello una parte destacada de su trabajo está centrado en desarrollar que permitan btener nuevas variedades resistentes a las enfermedades y que, además, tengan la misma calidad gastronómica del garbanzo lechoso tradicional.
¿Cómo llegaste a esta función como investigadora del cultivo del garbanzo?
Acababa de terminar la carrera y estaba preparándome para opositar como casi todos mis compañeros de promoción. Entonces la cooperativa Campo de Tejada empezaba un proyecto de investigación para obtener variedades de garbanzos resistente al hongo fusarium, que era el principal problema del cultivo. Después de la entrevista de trabajo y de un período de prácticas en la empresa, estuve formándome en Córdoba durante 4 años, un periodo en el que estuve adquiriendo los conocimientos para el desarrollo de este proyecto de investigació. Y a partir de ahí estuve alternando estancias en Córdoba donde realizamos los cruzamientos y los ensayos de laboratorio, con mi presencia en Escacena del Campo donde se realizan la mayoría de los ensayos de campo.
¿Qué tareas desarrollas dentro de tu trabajo?
Una de las tareas principales es la búsqueda de variedades de garbanzo con resistencia a las enfermedades más comunes del cultivo y con mejores valores agronómicos de las ya existentes en el mercado. Para este trabajo realizamos cruzamientos entre líneas que tengan las características que buscamos y hacemos selección de las líneas resistentes, en campo y en cámaras de cultivo en presencia de los diferentes patógenos.
Tras varios años de selección de las mejores líneas, las comparamos en ensayos de campo con las variedades comerciales, buscando mejoras agronómicas como mayor producción, calidad, diferentes ciclos para adaptarnos a las distintas condiciones climáticas… A nivel de agricultor, realizo visitas a campo haciendo el seguimiento del cultivo, asesorando sobre tratamientos de enfermedades y abonados.
¿Por qué es tan importante la labor de investigación y desarrollo dentro del cultivo del garbanzo?
El garbanzo es un cultivo muy tradicional en nuestra zona. Uno de los principales problemas con los que se encontraba el agricultor era que la variedad tradicional que cultivaban es muy susceptible a las enfermedades. Tanto es así que hubo un tiempo en el que el cultivo casi desapareció, quedando tan solo 40 hectáreas de siembra.
Gracias a la investigación, aparecieron variedades como Ituci que ofrecen resistencia y un plus de producción sobre las variedades tradicionales, impulsando el desarrollo del cultivo en la zona. Además, se suma el impulso a nivel comercial que ha supuesto la consecución de una figura de calidad como es la Indicación Geográfica Protegida ‘Garbanzo de Escacena’.
El garbanzo al ser una leguminosa es un cultivo fijador de nitrógeno con lo que favorece el desarrollo del cultivo posterior, disminuyendo la necesidad de abonado. En este sentido ofrece una alternativa más de rotación al agricultor y mayor beneficio a nivel medioambiental.
¿Qué retos tiene por delante los trabajos de investigación vinculados al cultivo del garbanzo?
En el cultivo del garbanzo queda mucho por hacer. Cuando empezamos a trabajar en el proyecto había muy pocas variedades de garbanzos, y las que había eran las mismas que se sembraban hace años. Muchas de ellas, debido a la falta de semilla certificada, ya no eran variedades homogéneas. Con nuestro trabajo, junto con el IFAPA de Córdoba, la Universidad y Agrovegetal, hemos conseguido aunar conocimientos y material vegetal con las necesidades reales del cultivo a nivel de agricultor. Este trabajo nos ha permitido conseguir variedades de garbanzos más resistentes, más productivas, homogéneas y de gran calidad organoléptica. El objetivo aquí en siempre de conseguir un mayor beneficio para el agricultor y poder ofrecer al consumidor un producto de cercanía y de máxima calidad.
¿Qué características destacarías del garbanzo que se cultiva en el territorio de la IGP ‘Garbanzo de Escacena’?
La principal característica del garbanzo de esta zona es su calidad. Los tipos de suelos arcillosos junto con el microclima que aporta su cercanía al mar, hace que el garbanzo que se cultiva en este territorio tenga una calidad excepcional. Su sabor, su piel fina adherida al grano, su aspecto y su tamaño hacen de él un garbanzo diferente. Y quien lo prueba y conoce no duda en repetir.
El éxito de la calidad del garbanzo cultivado en la zona geográfica amparada por la IGP ‘Garbanzo de Escacena’, no viene sólo motivado por el origen del producto. También el resultado de unos estrictos controles de calidad que se realizan durante todo el proceso del cultivo y producción, y que puede llevar al rechazo de un porcentaje de la producción total por no cumplir con los requisitos de calidad exigidos.
¿Cómo es el papel de la mujer dentro de este sector del cultivo y comercialización del garbanzo?
El campo en Andalucía, en general, es un sector predominantemente masculino. Hay mujeres, pero su papel es muy poco visible o poco representativo, y aunque esta tendencia viene cambiando, si está siendo un proceso relativamente lento. En particular, en el tiempo que llevo trabajando en la cooperativa Campo de Tejada siempre se ha apostado por la presencia de la mujer, tanto en Consejos Rectores como en posiciones importantes dentro de la gestión, o incluso conmigo misma como técnico de campo. Pero creo que aún nos queda mucho camino por andar.
Sin embargo, en el ámbito de la investigación dentro de la colaboración que tenemos con la Universidad de Córdoba y el IFAPA, la mayoría de las personas con las que trabajamos son mujeres agrónomas o biólogas y destinan gran parte de su tiempo, además de dirigir los proyectos, a trabajos de campo, realizando ensayos, sembrando y haciendo seguimientos de los cultivos.
¿Qué puede aportar la mujer a esta actividad?
Yo diría que no se trata de aportar algo más o algo nuevo, sino simplemente aportar una mayor visibilidad. Que no se haga raro ver a una mujer calzando botas de campo, gestionando una explotación, al frente de una cooperativa o llevando maquinaria agrícola. Que las que ya estamos en este sector sirvamos de ejemplo para las que quieran dar el paso.
La investigación es un trabajo esencial para mejorar el cultivo del garbanzo y avanzar en todos los aspectos relacionados con la agronomía, como es la siembra, el cuidado o la recolección. En este campo técnico y especializado tiene cada mayor protagonismo la mujer. Inmaculada Izquierdo es la persona que lidera todo el trabajo de investigación dentro de la empresa Campo de Tejada Sociedad Cooperativa Andaluza, una de las empresas que comercializan garbanzos con el certificado de calidad de la Indicación Geográfica Protegida ‘Garbanzo de Escacena’.
Su aportación en este ámbito es clave, siendo un referente dentro del sector del garbanzo, como demuestra su participación en jornadas, encuentros y congresos especializados. Una de las líneas de investigación más destacadas que desarrolla es la obtención de nuevas variedades del garbanzo blanco lechoso que es el tipo de garbanzo que se ha cultivado tradicionalmente en la zona amparada por la IGP “Garbanzo de Escacena”.
Sobre esta variedad del garbanzo blanco lechoso se apoya la alta eputación de calidad que aporta el garbanzo que se cultiva en el territorio de la IGP Garbanzo de Escacena. No obstante, el garbanzo siempre es un cultivo muy sensible a las enfermedades más comunes que le afectan. Por ello una parte destacada de su trabajo está centrado en desarrollar que permitan btener nuevas variedades resistentes a las enfermedades y que, además, tengan la misma calidad gastronómica del garbanzo lechoso tradicional.
¿Cómo llegaste a esta función como investigadora del cultivo del garbanzo?
Acababa de terminar la carrera y estaba preparándome para opositar como casi todos mis compañeros de promoción. Entonces la cooperativa Campo de Tejada empezaba un proyecto de investigación para obtener variedades de garbanzos resistente al hongo fusarium, que era el principal problema del cultivo. Después de la entrevista de trabajo y de un período de prácticas en la empresa, estuve formándome en Córdoba durante 4 años, un periodo en el que estuve adquiriendo los conocimientos para el desarrollo de este proyecto de investigació. Y a partir de ahí estuve alternando estancias en Córdoba donde realizamos los cruzamientos y los ensayos de laboratorio, con mi presencia en Escacena del Campo donde se realizan la mayoría de los ensayos de campo.
¿Qué tareas desarrollas dentro de tu trabajo?
Una de las tareas principales es la búsqueda de variedades de garbanzo con resistencia a las enfermedades más comunes del cultivo y con mejores valores agronómicos de las ya existentes en el mercado. Para este trabajo realizamos cruzamientos entre líneas que tengan las características que buscamos y hacemos selección de las líneas resistentes, en campo y en cámaras de cultivo en presencia de los diferentes patógenos.
Tras varios años de selección de las mejores líneas, las comparamos en ensayos de campo con las variedades comerciales, buscando mejoras agronómicas como mayor producción, calidad, diferentes ciclos para adaptarnos a las distintas condiciones climáticas… A nivel de agricultor, realizo visitas a campo haciendo el seguimiento del cultivo, asesorando sobre tratamientos de enfermedades y abonados.
¿Por qué es tan importante la labor de investigación y desarrollo dentro del cultivo del garbanzo?
El garbanzo es un cultivo muy tradicional en nuestra zona. Uno de los principales problemas con los que se encontraba el agricultor era que la variedad tradicional que cultivaban es muy susceptible a las enfermedades. Tanto es así que hubo un tiempo en el que el cultivo casi desapareció, quedando tan solo 40 hectáreas de siembra.
Gracias a la investigación, aparecieron variedades como Ituci que ofrecen resistencia y un plus de producción sobre las variedades tradicionales, impulsando el desarrollo del cultivo en la zona. Además, se suma el impulso a nivel comercial que ha supuesto la consecución de una figura de calidad como es la Indicación Geográfica Protegida ‘Garbanzo de Escacena’.
El garbanzo al ser una leguminosa es un cultivo fijador de nitrógeno con lo que favorece el desarrollo del cultivo posterior, disminuyendo la necesidad de abonado. En este sentido ofrece una alternativa más de rotación al agricultor y mayor beneficio a nivel medioambiental.
¿Qué retos tiene por delante los trabajos de investigación vinculados al cultivo del garbanzo?
En el cultivo del garbanzo queda mucho por hacer. Cuando empezamos a trabajar en el proyecto había muy pocas variedades de garbanzos, y las que había eran las mismas que se sembraban hace años. Muchas de ellas, debido a la falta de semilla certificada, ya no eran variedades homogéneas. Con nuestro trabajo, junto con el IFAPA de Córdoba, la Universidad y Agrovegetal, hemos conseguido aunar conocimientos y material vegetal con las necesidades reales del cultivo a nivel de agricultor. Este trabajo nos ha permitido conseguir variedades de garbanzos más resistentes, más productivas, homogéneas y de gran calidad organoléptica. El objetivo aquí en siempre de conseguir un mayor beneficio para el agricultor y poder ofrecer al consumidor un producto de cercanía y de máxima calidad.
¿Qué características destacarías del garbanzo que se cultiva en el territorio de la IGP ‘Garbanzo de Escacena’?
La principal característica del garbanzo de esta zona es su calidad. Los tipos de suelos arcillosos junto con el microclima que aporta su cercanía al mar, hace que el garbanzo que se cultiva en este territorio tenga una calidad excepcional. Su sabor, su piel fina adherida al grano, su aspecto y su tamaño hacen de él un garbanzo diferente. Y quien lo prueba y conoce no duda en repetir.
El éxito de la calidad del garbanzo cultivado en la zona geográfica amparada por la IGP ‘Garbanzo de Escacena’, no viene sólo motivado por el origen del producto. También el resultado de unos estrictos controles de calidad que se realizan durante todo el proceso del cultivo y producción, y que puede llevar al rechazo de un porcentaje de la producción total por no cumplir con los requisitos de calidad exigidos.
¿Cómo es el papel de la mujer dentro de este sector del cultivo y comercialización del garbanzo?
El campo en Andalucía, en general, es un sector predominantemente masculino. Hay mujeres, pero su papel es muy poco visible o poco representativo, y aunque esta tendencia viene cambiando, si está siendo un proceso relativamente lento. En particular, en el tiempo que llevo trabajando en la cooperativa Campo de Tejada siempre se ha apostado por la presencia de la mujer, tanto en Consejos Rectores como en posiciones importantes dentro de la gestión, o incluso conmigo misma como técnico de campo. Pero creo que aún nos queda mucho camino por andar.
Sin embargo, en el ámbito de la investigación dentro de la colaboración que tenemos con la Universidad de Córdoba y el IFAPA, la mayoría de las personas con las que trabajamos son mujeres agrónomas o biólogas y destinan gran parte de su tiempo, además de dirigir los proyectos, a trabajos de campo, realizando ensayos, sembrando y haciendo seguimientos de los cultivos.
¿Qué puede aportar la mujer a esta actividad?
Yo diría que no se trata de aportar algo más o algo nuevo, sino simplemente aportar una mayor visibilidad. Que no se haga raro ver a una mujer calzando botas de campo, gestionando una explotación, al frente de una cooperativa o llevando maquinaria agrícola. Que las que ya estamos en este sector sirvamos de ejemplo para las que quieran dar el paso.